Sarmiento: un procer verdaderamente progresista

Sarmiento: un procer verdaderamente progresista




Sarmiento: un prócer verdaderamente progresista

De todos los próceres argentinos, Domingo Faustino Sarmiento fue, sin lugar a dudas, uno de los más destacados.

Algunos historiadores lo llaman "genio". Otros se refieren a él como un "visionario".

No es para menos. Mucho antes que otros de su época, se dio cuenta que el verdadero camino de un pueblo hacia la civilización y el progreso, estaba en el educación.

Decía: "Hay que educar al soberano", una frase que atribuye al Estado y a sus máximas autoridades, la responsabilidad de educar al pueblo para que sea libre.

Solía decir también que "Todos los problemas, son problemas de educación", una verdad que los dirigentes políticos de hoy en día, parecen soslayar.

El gran maestro argentino tuvo esto perfectamente en claro desde un principio, por eso supo comprometerse a fondo con la causa de la educación popular.

Nació en la ciudad de San Juan el 15 de febrero de 1811 y falleció en Asunción del Paraguay el 11 de septiembre de 1888.

Fue político, escritor, docente, periodista, militar y estadista argentino; y colaboró tanto en la educación pública como en el progreso científico y cultural de su país.

Fue gobernador de la provincia de San Juan (1862-1864), presidente de la Nación Argentina (1868-1874), senador nacional por su provincia (1874-1879) y ministro del Interior (1879).

Sus primeros maestros fueron su padre y su tío José Manuel Quiroga Sarmiento, quienes comenzaron a enseñarle lectura a los cuatro años.

En 1816 ingresó a una de las llamadas "Escuelas de la Patria", fundadas por los gobiernos de la Revolución, donde tuvo como educadores a los hermanos Ignacio y José Rodríguez, maestros profesionales.

Al finalizar la escuela en 1821, tramitó una beca para estudiar en Buenos Aires, la cual, al no ser concedida y al no contar con dinero para financiar sus estudios, decidió quedarse en San Juan y convertirse en autodidacta.

Un amigo ingeniero lo ayudó con las matemáticas, su tío José de Oro lo ayudó con el Latín y Teología. El Francés lo estudió por su cuenta, en sus ratos libres.

En 1827, Domingo Faustino Sarmiento fue reclutado dentro del ejército federal. Debido a enfrentamientos personales con integrantes del Partido Federal, decidió abrazar la causa unitaria y se incorporó al ejército comandado por José María Paz.

Debido a la victoria federal en su provincia, en 1831 se vio obligado a emigrar hacia Chile, donde realizó distintas actividades para subsistir.

En 1836, mientras se desempeñaba como minero, contrajo fiebre tifoidea y, a pedido de su familia, el entonces gobernador de San Juan, Nazario Benavídez, le permitió volver a la Argentina.

De regreso en su ciudad natal, formó parte de la Sociedad Dramática Filarmónica, y luego fundó la Sociedad Literaria (1838), filial de la Asociación de Mayo; comenzó a participar de actividades artísticas, teniendo contacto con la Generación de 1837 y retomó la actividad política.

En 1839 fundó el Colegio de Pensionistas de Santa Rosa, un instituto secundario para señoritas, y crea el periódico El Zonda, desde el cual dirigió duras críticas al gobierno. Debido a sus constantes ataques al gobierno federal, el 18 de noviembre de 1840 fue apresado y nuevamente obligado a exiliarse hacia Chile.

Nuevamente en Chile se dedicó de lleno a la actividad cultural. Escribió para los periódicos El Mercurio, El Heraldo Nacional y El Nacional; y fundó El Progreso. En 1842 fue designado por el entonces Ministro de Instrucción Pública, Manuel Montt Torres, para dirigir la Escuela Normal de Preceptores, la primera institución latinoamericana especializada en preparar maestros.

Su labor como pedagogo fue reconocida por la Universidad de Chile, que lo nombró miembro fundador de la Facultad de Filosofía y Humanidades; y en 1845 el presidente Manuel Montt Torres le encomendó la tarea de estudiar los sistemas educativos de Europa y Estados Unidos.

En su proyecto de Nación, la educación era el pilar fundamental. Esto también lo había visto en Estados Unidos cuando fue embajador argentino durante la presidencia de Bartolomé Mitre. Su paso por allí dejo su huella al punto que, cerca del English Garden, en la ciudad de Boston, está emplazada una estatua de unos tres metros de altura que recuerda la figura del sanjuanino.

Durante su paso por Francia aprovechó para encontrarse con José de San Martín que vivía exiliado por propia voluntad en su residencia de Grand Bourg.

Una vez finalizado su viaje por el mundo, en 1848 se casó en Santiago de Chile y se dedicó de lleno a escribir sus libros "Viajes por Europa, África y América", en el cual relató lo observado en sus viajes; y "Educación popular", donde transcribió gran parte de su pensamiento educativo, y su proyecto de educación pública, gratuita y laica.

Al año siguiente se separó de su esposa. En 1851 regresó a la Argentina, donde se unió al Ejército Grande del general Justo José de Urquiza como gacetillero hasta la batalla de Caseros.

Luego de la caída de Juan Manuel de Rosas se instaló en Buenos Aires, pero entró en conflicto con Urquiza y se vio obligado a volver a Chile.

Tuvo contactos con Juan Bautista Alberdi. Los dos pensadores eran liberales, partidarios del constitucionalismo, del contractualismo, de la democracia, de la república, de la inmigración, de la educación y del progreso.

En 1855 regresó a la Argentina y fue redactor del diario El Nacional y actuó como miembro consultivo de la provincia de Buenos Aires. Al año siguiente fue elegido concejal municipal de la ciudad de Buenos Aires.

En 1857 y 1860 fue elegido senador y mientras tanto se desempeñó como jefe del Departamento de Escuelas. En 1860 fue miembro de la Convención Constituyente y al asumir Bartolomé Mitre la gobernación de Buenos Aires lo nombró Ministro de Gobierno.

Luego de la batalla de Pavón acompañó al general Wenceslao Paunero en la campaña a Cuyo. Allí fue designado gobernador de San Juan (1862).

Se encontró con la provincia empobrecida y dividida, y trató de ordenar las finanzas y de impulsar el modelo basado en la civilización y el progreso, logrando en tan solo dos años cambiar por completo la fisonomía de su provincia con numerosas obras públicas de todo tipo.

En materia educación y cultura creó una Legislación que establecía la educación pública, gratuita y obligatoria, inauguró nuevas escuelas primarias, colegio Preparatorio, la Quinta Normal (actualmente Escuela de Enología) y Escuela de Minas (actualmente Escuela Industrial), ambas ubicadas en la ciudad de San Juan, y edita nuevamente el El Zonda.

En cuanto a obras públicas, incorporó alumbrado y empedrado público, apertura y ensanchamiento de calles, forestación, confección del plano topográfico de la provincia de San Juan.

Desde el punto de vista económico, fomentó la explotación minera (diputación de Minas, Compañía de Minas), dictó leyes impositivas (patentes y sellos de justicia) y en lo social, llevó adelante su proyecto de colonización y desarrollo agrícola con los inmigrantes.

En abril de ese año renunció a la gobernación y el gobierno lo envió en misión diplomática a Chile, Perú y los Estados Unidos, donde escribió varios libros sobre política y educación. Desde el exterior rechazó los cargos de Senador Nacional por San Juan y de Ministro del Interior del presidente Mitre.

Fue propuesto como candidato a la presidencia de la Nación por un grupo de políticos del país, a iniciativa del coronel Lucio V. Mansilla. Mientras se encontraba en los Estados Unidos, fue elegido para el cargo en las elecciones nacionales de abril de 1868, y asumió el cargo el 12 de octubre de 1868.

La presidencia de Sarmiento fue la segunda de las presidencias históricas de Argentina. Estas presidencias históricas o fundacionales del estado argentino moderno tuvieron tres claros objetivos o metas: "Nación, Constitución y Libertad".

La Nación, entendida como la unión definitiva de las provincias argentinas como entidad superior a las partes que la componen. La Constitución, como las bases de los derechos de las personas y del poder. La libertad, concebida como principio del liberalismo que dio paso a la civilización.

El impulso dado a la educación bajo el ministerio de Nicolás Avellaneda fue notable. Mediante la Ley de Subvenciones de 1871, garantizó los fondos para la creación de nuevas escuelas y la compra de materiales y libros.

Durante su mandato, y con apoyo nacional, las provincias fundaron unas 800 escuelas de primeras letras, alcanzando a un total de 1816 escuelas, de las cuales el 27% eran privadas. La población escolar se elevó de 30.000 a 110.000 alumnos.

A fin de garantizar la educación primaria, trajo desde los Estados Unidos 61 maestras primarias; creó las primeras escuelas normales, tomando como ejemplo la Escuela Normal de Paraná, fundada en 1870. Subvencionó la primera escuela para sordomudos, que era privada.

Fundó los Colegios Nacionales de La Rioja, Santa Fe, San Luis, Jujuy, Santiago del Estero, Corrientes y Rosario. Fundó escuelas de arboricultura y agronomía en San Juan, en Mendoza, y más tarde en San Miguel de Tucumán y Salta.

En ese mismo año propició la creación y el desarrollo de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares, que hasta la actualidad fomenta el fortalecimiento de las bibliotecas populares y otras organizaciones de la sociedad civil e impulsa su valoración pública como espacios físicos y sociales relevantes para el desarrollo comunitario y la construcción de ciudadanía. En la capital fundó la Biblioteca Nacional de Maestros.

Promovió lo realización de una Exposición de Artes y Productos Nacionales, que finalmente se llevo a cabo en 1871 en la ciudad de Córdoba. La gente tomó este proyecto como una locura, pero terminó siendo un gran éxito. En ella se promovieron tejidos, curtiembres, fundiciones, tintorerías y productos agropecuarios; todos de distintas regiones del país.

También se promocionó abundante maquinaria agrícola e industrial disponible para importar. Esta exposición inició la preocupación por las ciencias básicas, y de ese impulso surgieron la Academia de Ciencias de Córdoba (dirigida por el botánico alemán Germán Burmeister) y el Observatorio Nacional de Córdoba (dirigido por el astrónomo norteamericano Benjamín Gould).

En la Universidad Nacional de Córdoba se creó la Facultad de Ciencias Exactas, Física y Naturales, que dictaba la carrera de ingeniería. Por su iniciativa se crearon en la región cuyana las cátedras de mineralogía en los Colegios nacionales de Catamarca y de San Juan, que se convertirían en 1876 en la Escuela de Ingenieros de San Juan.

También fomentó el cultivo de la uva varietal malbec e impulsó investigaciones en el ámbito de la medicina. Estos adelantos, permitieron al país transformarse en un polo científico a fines del siglo XIX.

Durante el último año de la guerra con el Paraguay se fundó el Colegio Militar de la Nación, cuyo primer director fue el húngaro Juan F. Czetz. La posibilidad de conflictos con Brasil impulsaron a Sarmiento a modernizar la escuadra de guerra: creó la Escuela Naval e incorporó varios buques, logrando formar la primera escuadra argentina capaz de operar a un nivel comparable con las flotas de guerra de Brasil y Chile.

Toda esta inversión en educación y cultura junto con las políticas liberales, llevaron a nuestro país al podio de las naciones más progresistas y avanzadas del mundo, ubicándose dentro de los diez países más desarrollados del planeta.

Su proyecto de país moderno se sustentaba sobre tres pilares, desarrollo científico, educación y trabajo. Su personalidad penetrante y sus obsesiones hicieron que concretara proyectos impensados en nuestra Patria.

Como toda persona de fuertes convicciones era irascible, intempestivo y con contradicciones, que también nos hablan de alguien que reconocía sus errores y buscaba enmendarlos.

Pero por otro lado, tuvo actitudes que a nuestro entender fueron de avanzada, como su reconocimiento al derecho de las mujeres, equiparándolas a sus pares del género opuesto.

Sarmiento también era muy conocido por su amor hacia los animales: impulsó una gran cantidad de medidas contra el maltrato y la crueldad. Se opuso tenazmente a las corridas de toros y a las peleas de animales. Todos proyectos adelantados para su época.

Presidió durante cuatro años la Sociedad Argentina Protectora de Animales; y en julio de 1891 fue aprobada la Ley Nacional de Protección de los Animales que moldeó junto con su primo Ignacio Albarracín. Se la conoce como la "Ley Sarmiento".

Para él, la república era el logro de la civilización moderna, frente a lo que consideraba la nada, la barbarie como parte de la herencia colonial que debía ser modificada a cualquier costo.

Sarmiento fue, en su época, el protagonista principal y pieza fundamental en la modernización y el progreso de nuestro país, implementando políticas que, lamentablemente, no se mantuvieron con el advenimiento de los gobiernos populistas.

El músico y compositor Leopoldo Corretjer, escribió el "Himno a Sarmiento" que aún se escucha en algunas escuelas: (Ver video)

Fue la lucha, tu vida y tu elemento;
la fatiga, tu descanso y calma.
La niñez, tu ilusión y tu contento,
la que al darle el saber, le diste el alma.

Con la luz de tu ingenio iluminaste
la razón en la noche de ignorancia
Por ver grande la Patria tú luchaste
con la espada, con la pluma y la palabra.

En su pecho, la niñez de amor un templo
te ha levantado, y en él sigues viviendo,
Y al latir, su corazón va repitiendo:
¡Honor y gratitud al gran Sarmiento!
¡Honor y gratitud! ¡Y gratitud!

¡Gloria y loor!, ¡Honra sin par!
para el grande entre los grandes,
padre del aula, Sarmiento inmortal.

¡Gloria y loor!, ¡Honra sin par!
para el grande entre los grandes,
padre del aula, Sarmiento inmortal.

¡Gloria y loor!
¡Honra sin par!


Fuente: Wikipedia   -   Nota 1   -   Nota 2   -   Nota 3

 

 

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